Más de un lustro después de su honroso suicidio, la memoria de GRULARE se mantiene viva entre aquellos que pertenecimos a tan singular movida, e incluso entre quiénes la vieron pasar desde la barrera con recelo, envidia, estupor, odio o símplemente, incredulidad.
Mi propósito desde este humilde blog es recuperar esa memoria por si pudiera servir de ejemplo para nuevas generaciones de qué hacer o no hacer para intentar dinamizar una ciudad de provincias que se va al carajo (culturalmente hablando).
Huelga decir que quedáis todos invitados a participar de este blog en el que se permite la crítica constructiva, la destructiva e incluso los insultos, siempre que se profieran con un poquito de gracia y una pizca de cariño.
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